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El uso de tierra orgánica en el cultivo de la marihuana es uno de los medios más utilizados. Lo normal es que no se trate de un sustrato único sino que se combine con otros compuestos para mejorar la calidad de un producto que de manera natural ya presenta muchas ventajas.
Con todo, no te dejes llevar por la emoción del momento porque en la mayoría de los casos vas a necesitar preparar bien esta base o modificarla en alguno de los ciclos de tu cultivo para obtener mejores resultados.
No es necesario añadir demasiado al respecto. La tierra siempre ha sido el principal medio de cultivo y el cannabis no es ajeno a esta realidad. Por eso cultivadores de todo el mundo siguen confiando en este método para sacar adelante sus cosechas.
En un mundo ideal en el que el clima y las leyes estuvieran siempre de parte del grower, lo mejor sería que cultivaras tus plantas de marihuana en plena tierra, al aire libre y con todas las garantías de los métodos más antiguos del mundo.
Pero como estas circunstancias no suelen darse, lo más común es que tengas que cultivar tus plantas en pequeños espacios exteriores habilitados para tal efecto o sencillamente en el interior. No te preocupes: el cultivo en tierra puede ser un éxito en todos estos escenarios siempre y cuando tomes las decisiones adecuadas.
Y resulta que la elección de una buena tierra es el principal error que comenten los cannabicultores a la hora de iniciar sus cultivos. Ya sea por ignorancia, por comodidad o porque les resulta más económico, eligen una tierra de baja calidad. Un factor que unido a otros aspectos como el exceso de riego o la falta de abono convierte la experiencia en una catástrofe. Invierte en una tierra de calidad desde el principio porque si no es así a la larga te resultará más caro.
A medida que la planta de marihuana se va desarrollando los nutrientes presentes en la tierra habrán ido disminuyendo. Estas carencias provocarán desarreglos en el crecimiento de tu cosecha si no les das el tratamiento adecuado.
Ese es el momento de emplear abonos y estimuladores con los que la planta pueda afrontar un nuevo ciclo. El guano, las harinas de algas, el humus de lombriz, los estabilizadores del pH y los estimuladores de la floración te ayudarán a conseguir tus objetivos.