Después de que en algunos estados norteamericanos como Ontario o California ya se haya regularizado la venta de marihuana y otras ciudades europeas como Ámsterdam o Eindhoven hayan seguido este mismo camino, es el momento de preguntarse qué sucedería en España si finalmente el Gobierno de la nación se atreviera a dar ese gran paso hacia la regularización de la marihuana.
¿Nos ahorraría dinero a los españoles el hecho de que al fin una ley regularizara el cultivo y la venta de cannabis? A tenor de los resultados presentados por el representante del portavoz de la plataforma ‘Regulación Responsable’, Bernardo Soriano, la respuesta es sí. Y es que según las estimaciones de la plataforma, Hacienda podría recaudar hasta 1.200 millones de euros anuales en impuestos si esta actividad estuviera debidamente estructurada.
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La Regularización Responsable es mucho más rentable
No hace falta ser un experto en economía para entender que salir del mercado negro es aumentar de manera inmediata la recaudación estatal. Lo que actualmente el Gobierno de España recauda en gravámenes sobre productos como el tabaco, el alcohol o la gasolina (impuestos especiales) supone un importante beneficio anual para las arcas del Estado.
Si la marihuana llegara a regularizarse, los beneficios que Hacienda podría recaudar al año por este tipo de actividad, teniendo en cuenta que se trata además de una industria en auge, podría superar incluso los 1.200 millones de euros. Y ésta es una cifra que se refiere únicamente a los impuestos indirectos pero, como recuerda Soriano, habría que tener en cuenta otras muchas cuestiones en las que el Gobierno estaría ahorrando dinero: los juicios rápidos a pequeños traficantes, las redadas, la inversión policial y por supuesto el desembolso que implica tener que limpiar la imagen de esas zonas que se convierten en marginales como consecuencia de tráfico ilegal de yerba.
Con el mercado negro existente el Estado se pierde la oportunidad de recaudar ni un solo céntimo de la gran cantidad de dinero que este negocio podría mover de forma completamente legal y segura para los ciudadanos si se integrara como una nueva partida de impuestos especiales a través de una nueva legislación basada en la ‘Regulación Responsable’ del cannabis. Por otro lado, la liberalización de la marihuana estaría irremediablemente ligada a la aparición de los establecimientos autorizados para la venta y el consumo del cannabis, que también estarían obligados a pagar sus correspondientes tributos al Estado y a participar de forma legal en el crecimiento de una industria capaz de proporcionar millones de facturación de un modo absolutamente legítimo.
La eliminación del tráfico ilegal acabaría con la delincuencia
Otro de los argumentos más convincentes con los que los defensores de la liberalización del consumo de marihuana pretenden hacer que el Gobierno de España atienda de una vez sus demandas es el que tiene que ver con la eliminación del tráfico ilegal y la consecuente disminución de la delincuencia. Son dos aspectos estrechamente relacionados y que en opinión de quienes defienden esta postura no pueden ser obviados por quienes gobiernan el país.
Cualquier actividad ilegal (y con esto no nos referimos únicamente al tráfico de drogas) implica una serie de daños colaterales que en mayor o menor medida siempre acaban estando relacionados con la violencia, la extorsión y el abuso. El cultivo a gran escala para el tráfico ilegal de marihuana es una actividad que no se queda al margen de esta problemática y a estos niveles la industria soterrada del cannabis únicamente da poder a las redes de narcotráfico, fomentando la violencia y el menudeo y con ello la marginación de las zonas más deprimidas.
Este hecho no deja de ser un círculo vicioso ya que los gobiernos destinan cada vez más recursos para poner fin a este tipo de situaciones en lugar de canalizar esos fondos hacia planes para la mejora de la salud, la educación o la integración social precisamente en esos lugares más desfavorecidos del mapa urbano.
La regularización no sería la panacea, pero sí un gran paso
A diferencia de muchas otras sustancias que se comercializan en la actualidad (entre ellas el tabaco y el alcohol) cuyo consumo abusivo se ha demostrado nocivo para la salud y que sin embargo se pueden adquirir en prácticamente cualquier lugar sin demasiadas restricciones (salvo la de la edad) la marihuana es un producto estigmatizado por los gobiernos y la opinión pública desde hace muchas décadas.
El origen de este estigma es puramente ideológico y hoy en día ni siquiera responde a un verdadero interés comercial ya que desde el punto de vista legal el propio Gobierno sería el primer interesado en regularizar el cultivo y la venta de cannabis.
¿Solucionaría la regularización todos los estigmas que acompañan al consumo de marihuana? Ni mucho menos. Si hay algo cierto es todo este tema es que, como sucede con cualquier otra sustancia de las que ya hemos citado, los abusos y las adicciones no son nada recomendables. La liberalización de cannabis no pondrá fin a un mal uso de esta planta ni de sus múltiples beneficios, tanto a nivel recreativo como para uso medicinal. Pero eso no es ninguna novedad. Ya lo vemos constantemente en personas que no controlan la cantidad de alcohol que ingieren a diario o en el número de cigarrillos que se fuman a lo largo de una jornada y, sin embargo, son dos productos sobre los que existe una permisividad absoluta.
Es por ello que regularizar el cultivo, la venta y el consumo de la marihuana exige además un importante esfuerzo por parte de las instituciones a la hora de informar a la ciudadanía con datos reales acerca de los beneficios del consumo moderado de cannabis y de educar a la población más allá de políticas punitivas que no han servido ni para evitar el impacto de los daños colaterales asociados al tráfico ilegal ni para acabar con realidades que siempre estarán presentes, como es el caso de los adictos.
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