La cerveza, ese “oro líquido” para muchos que se elabora a base de granos de diversos cereales, parece que ha acompañado al hombre, al igual que la marihuana, prácticamente desde que comenzó a caminar erguido. IPAS, Ales, Pilsners o Stouts aparte, la cerveza es casi tan antigua como las primeras civilizaciones. No en vano, Egipcios y Sumerios ya desarrollaron esta bebida, cuyos registros históricos “documentados” se remontan nada menos que al año 3.500 antes de Cristo.
En los últimos años diversas variaciones en su proceso de fermentación han surgido, de manera que añadiendo diferentes productos, matices y sabores el resultado pudiera ser original y sorprendente a un paladar cada vez más sobre-estimulado y exquisito. En este sentido, la marihuana no podía faltar a la cita.
Lo mejor de ambos mundos
De hecho, conviene recordar que el lúpulo pertenece a la misma gran familia que el cannabis, la de las cannabáceas. Recientemente, las cerveceras de Colorado mostraban sus “reservas” acerca de cómo el panorama de la legalización del consumo de marihuana en el Estado podía afectar a sus ventas. Sin embargo, parece que la respuesta a ese dilema podría pasar por mezclar lo mejor de ambos mundos. Muchas “brewerys” de ámbito local parece que se están planteando emplear la marihuana en la elaboración de cerveza, siempre para el mercado de Colorado.
Ejemplos de éxito
Un ejemplo de la viabilidad comercial que tiene la elaboración, más o menos artesana eso sí, de cerveza con marihuana es el de la pilsner alemana Cannabis Club. Esta cerveza con aroma a cáñamo tiene una baja graduación (no llega a 5º) muy del gusto de las cervezas ligeras de sobremesa tan propias del país germano. En este caso, la marihuana aportaría un retrogusto ligeramente amargo al resultado final, lo que dota de coherencia y cuerpo al conjunto.
Otro ejemplo menos “conseguido” es el de la helvética Hanfblüte, una cerveza suave que en su diseño y grafismo hace una verdadera “apología” de la elaboración de cerveza con marihuana. Sin embargo, el resultado se reduce al empleo de aromatizantes de tipo artificial que acaban dando al producto un aroma de marihuana. Y ahí se queda la aportación de la cerveza suiza, ya que esta cerveza se comercializa en todo el mundo sin mayores problemas algo, por desgracia, imposible si en su fermentación participara de alguna manera el cáñamo.
El mercado, pues, parece que está ahí para el “maridaje” de cerveza y cannabis. Puede que antes de lo que pensamos la marihuana aparezca en los estantes de los supermercados como una de las variedades y sabores de diferentes cervezas como, por ejemplo, ya lo hacen el chocolate, el limón o (creednos) el bacon y el jarabe de arce.
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