El uso terapéutico de la marihuana siempre ha sido un tema bastante controvertido. En ausencia de la aceptación de resultados con ensayos clínicos en pacientes reales con diferentes tipos de cáncer cuya experiencia con el uso del cannabis haya sido científicamente demostrada, hablar de marihuana y cáncer es, en muchos casos, como hablar de fe y de religión. Pero fundamentalmente es hablar de muchos prejuicios.
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Marihuana para tratamientos paliativos
Hasta hace relativamente poco los efectos de la marihuana terapéutica únicamente se estudiaban en relación a los dolores crónicos. Cuando se hablaba de una variedad de marihuana con un alto contenido en CBD (uno de los cannabinoides que contiene la planta) normalmente se recomendaba para su aplicación en situaciones de insomnio, para migrañas o para dolores de tipo muscular.
A partir de la última década y ante la evidencia de que la marihuana, no sólo como planta recreativa sino como droga medicinal, tiene mucho potencial, empieza a surgir el interés por su aplicación en una de las enfermedades que resultan más mortales para el ser humano: el cáncer.
En este sentido habría que hablar de dos líneas de investigación. Una primera línea mucho más compleja es la que intenta determinar de manera científica el alcance del cannabis como agente antitumoral. En este campo los estudios y resultados clínicos siguen siendo hoy en día muy limitados como para poder realizar una afirmación tan tajante como que ciertas variedades de cannabis actúan como inhibidores de ciertos tipos de cáncer.
Por otro lado y con resultados mucho más optimistas está el campo de la aplicación de la marihuana en tratamientos paliativos. En este ámbito sí que se ha demostrado que los altos niveles de cannabinoides actúan como un potente analgésico natural a la hora de controlar algunos de los efectos secundarios que se derivan de los tratamientos más agresivos contra el cáncer (quimioterapia y radioterapia).
Los cannabinoides (THC y CBD) son dos de los componentes químicos más importantes y abundantes del cannabis y cuando trabajan de manera conjunta, es decir, cuando sus niveles están muy equilibrados, se dice que el consumo de marihuana no tiene un uso recreativo, ya que no produce un colocón psicoactivo, sino terapéutico. Técnicamente estos compuestos funcionan activando los receptores que hay repartidos por las células del cuerpo y enviándoles la orden de que hagan algo.
En este caso la orden es muy sencilla: producir unos determinados efectos farmacológicos que afectan principalmente al sistema nervioso central y que se traducen en ese efecto sedante tan agradable que hace que desaparezcan el dolor, la ansiedad o las náuseas. Es una forma muy simplificada de explicar cómo se disparan las respuestas químicas de estas conexiones, pero la idea con la que debes quedarte es que está demostrado que los cannabinoides interactúan con determinados receptores y que gracias a ellos pueden canalizar sus efectos, bien sean psicoactivos o medicinales, en función del grado de concentración de CBD.
En España y en muchos países de Europa estos tratamientos no son legales
En los últimos años el Viejo Continente ha ido experimentando un cierto aperturismo en relación al uso de la marihuana como tratamiento terapéutico, entre ellos el cannabis para aliviar el dolor del cáncer. Sin embargo Europa está aún bastante lejos de alcanzar el nivel de flexibilidad que cada vez se está extendiendo más en lugares como Canadá o Estados Unidos (si Donald Trump no modifica estas líneas) donde en muchos estados el cannabis forma ya parte de la medicina natural en los tratamientos contra el dolor.
En España alrededor de 50.000 enfermos de cáncer consumen cannabis de manera ilegal para paliar los efectos de su enfermedad. Y es que si bien no se ha podido demostrar clínicamente que el cannabis sea una droga antitumoral capaz de poner fin al avance del cáncer o de evitar su aparición, sí existen pruebas empíricas de que enfrentarse a las consecuencias negativas que provocan los ciclos de quimioterapia con ayuda de los cannabinoides resulta mucho más llevadero.
El diputado del PP que fuma marihuana
Se llama Eduardo Van den Eynde y es portavoz del PP en el Parlamento de Cantabria. Hace unos meses se hizo muy popular al reclamar en una carta abierta titulada ¡Cannabis terapéutico, ya! la legalización de la marihuana para fines medicinales. Tal como confesaba Van den Eynde en esta petición a título personal, debido a su enfermedad (un cáncer que superó hace cinco años y del que sufre ahora su novena recaída, para la que ha vuelto a ser tratado con quimioterapia) «el cannabis ayuda y de una manera muy notable a paliar los que quizás son los efectos más perniciosos de dichos tratamientos: las náuseas, el cansancio y el estado de ánimo».
A raíz de la petición del portavoz del PP, Cantabria se ha convertido en la quinta Comunidad Autónoma española en empezar el avance hacia la regularización de la marihuana para uso terapéutico, del mismo modo que con anterioridad ya lo hicieran Valencia, País Vasco, Cataluña, Navarra y Baleares. Otro paso al frente que, a pesar de las muchas trabas que sigue poniendo el Gobierno central, supone un importante hito en el cambio que tarde o temprano todos vaticinan.
La importancia de desarrollar estudios clínicos
Sólo es posible descubrir y valorar el verdadero potencial del cannabis como tratamiento antitumoral en seres humanos a través de la investigación. Los ensayos clínicos en animales han abierto la puerta a algunas hipótesis que podrían apuntar hacia la inhibición (aunque sólo sea de manera anecdótica) de determinadas células cancerígenas.
Por muy amantes de la marihuana que seamos, es importante no hacer demagogia con este tipo de cuestiones porque los resultados de las investigaciones aún no parecen ser lo son bastante reveladores como para ser aceptados por la comunidad científica. Estamos muy lejos de poder afirmar que el cannabis y sustancias como los cannabinoides sean capaces de curar el cáncer o de impedir su avance.
Pero a partir de los descubrimientos que ya se han hecho la medicina es capaz de asumir nuevos retos y en este avance resulta de vital importancia que las investigaciones llevadas a cabo en laboratorios se extrapolen a pacientes de verdad para determinar el alcance de la marihuana como fármaco eficaz contra los diferentes tipos de cáncer.
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