Las autoridades del estado de Sao Paulo, en Brasil, acaban de dar un firme paso adelante a favor de la normalización de la investigación con marihuana para fines terapéuticos. En este sentido, acaba de conocerse la noticia de que el Consejo Regional de Medicina, principal autoridad sanitaria de la zona, acaba de aprobar la importación de ciertos productos derivados de la marihuana para tratar determinadas dolencias en niños, especialmente las relacionadas con los ataques epilépticos.
Entidades como la propia Asociación Brasileña de Epilepsia, ya se han hecho eco del “potencial” de un producto como el canabidiol en la lucha contra determinadas enfermedades neuro-psiquiátricas, especialmente la epilepsia. Este derivado del cannabis sativa se ha mostrado eficaz, a partir de un buen número de estudios, a la hora de disminuir la frecuencia e intensidad de los ataques y crisis que cursan con convulsiones en los pacientes aquejados de epilepsia.
Los responsables de sanidad del país brasileño reconocen que para la utilización de este tipo de medicamentos, especialmente orientados al tratamiento de menores y lactantes, se va a vehicular la firma de una declaración en la que los pacientes o sus tutores reconocen asumir los posibles efectos que el tratamiento pudiera tener para ellos.
La epilepsia es un trastorno que está motivado por ciertas descompensaciones en la actividad eléctrica neuronal de algunas partes del cerebro. Estos defectos hacen al cerebro de la persona afectada más susceptible de experimentar episodios recurrentes y crisis, caracterizados externamente por convulsiones y temblores incontrolables.
La epilepsia es un mal especialmente preocupante cuando la sufren bebés, niños o menores de edad, cuyo cerebro se encuentra en plena fase de desarrollo. En este sentido, los ataques recurrentes pueden tener consecuencias más o menos graves en el apartado neurobiológico, psicológico y cognitivo. Por eso se hace especialmente imperante desarrollar nuevos tratamientos y vías de cura para la infancia.
Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay cerca de 50 millones de pacientes (10 de cada 1.000, de acuerdo con los últimos estudios) que sufren problemas de epilepsia. Alrededor del 30% de esos pacientes (sobre todo en países en vías de desarrollo) no reciben asistencia o, sencillamente, no responden con eficacia a los tratamientos, digamos, más tradicionales.
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