En el mundo de la alta política se conoce como lobby a aquel colectivo (empresarial, social…) con una serie de intereses comunes, ya sean económicos, filantrópicos, culturales o sociales, que intenta influir en política a través de diferentes vías: donaciones a partidos, campañas de comunicación en prensa, movilizaciones públicas… el caso es que en EEUU la industria del tabaco, los grandes medios de comunicación o los grupos multinacionales de alimentación habían sido algunos de los lobbys más tradicionales e intensos en su actividad. Ahora, poco a poco, parece que la industria de la marihuana se une a ellos de manera incipiente.
Según una reciente información publicada por Associated Press, las empresas de la marihuana llevarían intentando ejercer su influencia en política desde el año 1990 pero, con la legalización en Washington y Colorado como catalizadores, habrían intensificado su labor en los últimos tiempos. Este paso supone, para unas empresas cuyo objeto es aún ilegal a nivel Federal, un claro paso adelante hacia la legitimación.
Los establecimientos para el autocultivo de marihuana, negocios de investigación y desarrollo de fármacos a partir del cannabis o dispensarios… todos tratan de lograr lo que la sociedad americana comienza a demandar más insistentemente, que se abra un debate político orientado a lograr la normalización del consumo y cultivo de marihuana, tanto recreativa como terapéutica.
De acuerdo con la opinión de Earl Blumenauer, congresista demócrata por Oregón, esta corriente de filantropía política y activismo de las empresas del sector cannábico “suponen hacer lo que, virtualmente, todo gran grupo de intereses ha hecho en el pasado, que no es otra cosa que participar en política. Es una muestra de la evolución y madurez de una industria”.
Por su parte, Taylor West, director de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis, afirma que “es cierto que ha habido un gran cambio, una variación en la opinión pública hacia la posibilidad de hacer de la marihuana un producto legal y regulado”. En su opinión, la industria de cannabis está tratando de “establecer la idea de que este es un sector legítimo, que sigue las reglas del juego, y que cuanto más capaces seamos de mostrar esa realidad, los políticos se verán más reacios a mostrar una postura reaccionaria”.
Lo cierto es que las empresas de distribución y cultivo de cannabis se están moviendo de manera cada vez más intensa en Washington DC, algo que no se veía anteriormente. Si su labor de lobby conduce a una postura política más aperturista sólo el tiempo puede decirlo.
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