La gente tiende a estigmatizar el consumo público (y privado, por qué no decirlo) de marihuana, mientras que nadie se atreve a señalar con el dedo a las personas que, en una terraza o bar, fuman un cigarrillo o toman una copa. Todo ello pese a que, de acuerdo con los últimos estudios publicados hasta la fecha, marihuana y adicción no sean realidades que vayan necesariamente de la mano, algo que, sin embargo, si ocurre en el caso del tabaco o el alcohol.
Según un reciente estudio realizado en la Universidad de Queensland, en Australia, sólo uno de cada 10 consumidores habituales de cannabis ven cómo su consumo deriva en una conducta adictiva. Por el contrario, el 32% de las personas que reciben una dosis de nicotina diaria a través del tabaco se hacen adictos. El consumo habitual de alcohol tiene un riesgo potencial de acabar en adicción hasta cuatro puntos porcentuales por encima de la marihuana.
El informe, realizado a partir de todas las investigaciones al respecto realizadas entre 1993 y el 2013 por un equipo de investigadores liderado por el profesor Wayne Hall, demuestra que el estigma más habitual e injustamente asociado al cannabis, el de la dependencia, es erróneo.
Asimismo, las estadísticas son tozudas a la hora de confirmar la ausencia de casos de sobredosis y fallecimientos causados de manera directa por el cannabis.
Más datos oficiales
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), el exceso en el consumo de alcohol está directamente relacionado con el fallecimiento de más de 3,3 millones de personas cada año en el mundo (el 6% del total de las que se producen en el planeta). Una institución tan poco ‘sospechosa’ de mostrarse favorable al más mínimo atisbo de aperturismo con respecto a la marihuana, el Instituto Nacional de Investigación del Abuso de Drogas de EEUU, afirma que sólo 9 de cada 100 personas que fuman marihuana a diario o con mucha regularidad corren el riesgo de desarrollar una adicción.
Por supuesto, definimos adicción como aquella dependencia física o psicológica de una persona hacia una sustancia, que es tan intensa que impide que el sujeto desarrolle una vida o rutina totalmente normal.
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