Mezclar cannabis y alcohol no sólo es una combinación muy tentadora sino que independientemente de las recomendaciones y consejos que a menudo se suelen dar al respecto, es una práctica bastante común durante las fiestas de los fines de semana entre quienes son consumidores habituales de ambos.
Estos dos tipos de sustancias forman ya parte de la cultura popular y fiestera. Sin embargo, aunque pueda cortar un poco el rollo en una celebración en la que irremediablemente una cosa lleve a la otra, la interacción metabólica entre marihuana y alcohol no está precisamente entre las mezclas más recomendables para tus ocasiones especiales.
Para conocer los motivos por los que es mejor mantenerlos separados y tener más claro a qué te enfrentas si a pesar de todo prefieres combinar estas sustancias, hemos recogido información basada en los escasos estudios farmacológicos existentes al respecto más allá de las experiencias particulares de cada individuo. En este sentido también cabe destacar que las consecuencias de esta mezcla se pueden experimentar de manera muy diferente en cada persona por lo que aunque para unos puede ser una mala experiencia tal vez para otro apenas tenga repercusiones destacables. Lo que es evidente es que al combinar marihuana con alcohol se producen ciertas interacciones metabólicas en el organismo y estar informado sobre ellas es jugar con ventaja.
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¿Qué sucede en tu cerebro cuando mezclas alcohol y cannabis?
El alcohol y la marihuana son dos drogas que actúan de manera completamente diferente en tu organismo, no tiene nada que ver con la genética ni si las semillas son feminizadas, regulares o automáticas. No hay más que decir que el alcohol es un depresor del sistema nervioso mientras que el cannabis actúa a nivel cognitivo modificando el comportamiento de determinados neuroreceptores del cerebro.
¿Qué quiere decir esto exactamente? Para entenderlo de un modo más sencillo podríamos decir que mientras que el alcohol tiene un potente efecto a nivel físico, ralentizando las capacidades motoras y haciendo que se te nuble el juicio, los cannabinoides presentes en la marihuana tienen potentes efectos a nivel cognitivo, diferentes en tipo e intensidad en función de la variedad de cannabis y del peso de la persona que la esté consumiendo, y que pueden ir desde la distorsión del tiempo hasta la paranoia.
Con todo, la respuesta que ofrece cada individuo a este cruce de sustancias tan opuestas no queda del todo clara. Se sabe claramente cómo actúa cada una de ellas por separado pero en lo referente a los efectos de su interactuación lo cierto es que entran en juego tantas variables (el tipo de cannabis, los hábitos de consumo, el peso del individuo…) que las respuestas ante una misma situación pueden ser muy diferentes.
Hay personas que tranquilamente pueden disfrutar de varias copas y unos porros como si nada mientras que para otras esta mezcla conlleva a un incontrolable ataque de ansiedad o a un incómodo cuadro de intoxicación por marihuana con náuseas y vómitos. Pero tal vez los efectos inmediatos no sean los más preocupantes sino que habría que analizar estos factores con un poco más de perspectiva.
Y es que algunos estudios han demostrado que las interferencias neuronales que se pueden producir como consecuencia de estas mezclas conducen a otro tipo de episodios más complejos que en última instancia están asociados a dificultades graves en los procesos de memoria y aprendizaje, algo que no es para tomárselo a la ligera.
El aumento de THC en la sangre como consecuencia del alcohol
¿Sabías que los cannabinoides son sustancias liposolubles? Esto quiere decir que los principales componentes activos de la marihuana, bien sea el THC o bien el CBD, únicamente se diluyen en grasas, aceites y etanol. Este último es el compuesto químico que está presente en el alcohol y por lo tanto cuando te tomas una copa pasa directamente a tu sangre.
Ahora imagínate tu sangre con unos niveles elevados de alcohol etílico. Cuando reciba los cannabinoides presentes en tus caladas de marihuana, ya te puedes imaginar lo que va a suceder, ¿verdad? Se estima que el alcohol puede incluso duplicar la potencia del THC al diluirse en la sangre y en su tránsito por cada uno de los órganos por los que ésta discurra, entre ellos el cerebro.
Podría parecer que es la manera más rápida de pillarse un buen colocón, pero piensa también que el embotamiento y las náuseas pueden ser tan repentinas que en lugar de obtener el efecto deseado te suceda todo lo contrario y se te acabe arruinando la noche por un mal viaje.
Combinada con el alcohol los efectos de la marihuana se dejarán notar mucho más rápido pero esa inmediatez no te asegura que vayas a obtener los resultados esperados.
Si vas a hacerlo, mejor sigue un orden
Si a pesar de todas las recomendaciones anteriores no puedes resistirte a la tentación de salir de fiesta y practicar esta combinación un tanto arriesgada, lo mejor es que por lo menor sigas los consejos de los fumadores más experimentados.
No se trata sólo de sabiduría popular. Realmente existe una explicación para afirmar que el orden en el que consumes marihuana y alcohol tiene repercusiones significativas en tu organismo. Así que presta atención a este consejo. Si tienes previsto hacer las dos cosas, en primer lugar fúmate tu cigarrillo de cannabis y luego continúa con el alcohol.
De no hacerlo siguiendo este estricto orden tienes todas las papeletas de acabar experimentando los síntomas de lo que comúnmente se conoce como una pálida, es decir, ese momento tan desagradable en el que el aumento repentino de los mareos y las náuseas acaban conduciéndote irremediablemente a los vómitos por una intoxicación de marihuana.
Esto es debido a que el alcohol acelera la velocidad con la que el THC llega al cerebro. El cuerpo no es capaz de asimilar ese cambio con tanta rapidez y reacciona de manera inmediata con los síntomas propios de una intoxicación, por muy experto fumador que seas. Es un riesgo al que te expones incluso si sigues la pauta de consumir cannabis antes de beber, pero las posibilidades se reducen con esta recomendación, así que lo mejor es no jugársela.
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