A pesar de que ya son ocho los estados que han reconocido el uso de la marihuana con fines recreativos en Estados Unidos y que muchos otros tienen una legislación cada vez más laxa en cuanto al consumo y aún más en cuanto a su uso medicinal, parece que a Donald Trump nada de esto le genera un especial entusiasmo.
El presidente de Estados Unidos y su equipo de Gobierno ya han advertido que planean poner en marcha nuevas restricciones y que la aplicación de la ley federal tendría más peso que cualquiera de las concesiones que hayan podido hacer los estados durante los últimos años. ¡Vaya! Con lo de moda que se ha puesto ahora la OG Kush californiana de Dinafem…
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Trump quiere poner freno a la permisividad de Obama
Una de los últimos grandes avances en materia de liberalización de consumo y cultivo de marihuana en Estados Unidos se produjo hace apenas unos meses. Concretamente el pasado 8 de noviembre (día de las elecciones que dieron el triunfo presidencial a Donald Trump) los ciudadanos de estados de California, Massachusetts, Maine y Nevada también fueron llamados a las urnas para decidir sobre importantes cuestiones referentes a su actual legislación, entre ellas el tema de la legalización del cannabis.
Finalmente los votantes de estos tres estados acordaron legalizar el consumo de marihuana con fines recreativos, lo que implica que los mayores de 21 años podrán fumar en sus casas y en los lugares que así lo autoricen. Estos cuatro estados se unen a Colorado, Alaska, Oregón y Washington donde la marihuana para uso recreativo ya era legal. Además, en el caso de California (hasta ahora el estado más poblado del país en el que se legaliza el uso recreativo de la marihuana) también se permitirá tener en casa hasta seis plantas de marihuana, siempre que no estén a la vista. Ese mismo día también se despenalizaba el consumo de cannabis en los estados de Dakota del Norte, Florida, Arkansas y Montana, aunque con uso medicinal.
Fuente de la imagen: elperiodico.com
Pero la permisividad que hasta entonces parecía haber demostrado el equipo de Gobierno de Obama no parece que se vaya a repetir con Trump, quien ya ha advertido que el uso recreativo del cannabis es “una violación flagrante de la ley” y no dudará en ponerle freno.
Mano dura frente a futuros intentos de legalización
Durante el tiempo que Trump lleva ocupando el cargo de presidente de los Estados Unidos ya hemos tenido la oportunidad de ver cómo se las gasta. Cuando algo se le mete en la cabeza no hay quien le pare, así que el futuro de la legalización del cannabis en el resto de estados del país no pinta demasiado bien.
Lo más alarmante es que, según parece, Donald Trump ya ha empezado a mover los hilos para orquestar esta campaña de mano dura contra los futuros intentos de legalización de la marihuana en Estados Unidos, pero la cosa no se va a quedar solamente ahí. Aparte de lo que era de esperar (que se pusieran trabas a los estados a la hora de convocar votaciones para que fueran los propios ciudadanos los que eligieran sobre estas cuestiones que les atañen de manera tan directa), es probable que el propio Departamento de Justicia del Gobierno de los Estados Unidos esté analizando los mecanismos necesarios para emprender acciones legales contra aquellos estados en los que el consumo, cultivo, pertenencia o venta de marihuana ya ha sido estipulado como legal.
Estas eventuales intervenciones de la Justicia norteamericana resultarían contradictorias por dos motivos. Por un lado porque como bien subraya el director de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis, Aaron Smith, ni el presidente ni el Gobierno del país tienen autoridad para derrocar la voluntad de los votantes que en el ejercicio de su derecho al voto han decidido que ésa es la manera en la que quieren que sus gobiernos estatales aborden la cuestión de la legalidad de la marihuana. A su vez estos gobiernos han dispuesto las herramientas necesarias regular esta voluntad popular de la manera que les correspondía.
Por otro lado, numerosos estudios han demostrado que la legalización de la marihuana tiene un interesante efecto a la hora de reducir el consumo de otros opiáceos que resultan mucho más dañinos y peligrosos para la salud humana. Y no hace falta irse al ámbito de los opiáceos ilegales para hablar de riesgos. El OxyContin o el Tramadol son sustancias con prescripción médica que provocan una gran adicción y están generando importantes problemas de dependencia en la población. Con todo, ninguna de estas drogas puede asociarse al consumo de marihuana, por lo que los defensores del cannabis no entienden por qué ese cierre en banda a una sustancia mucho más sana y natural que otras que ya existen en el mercado.
La marihuana con fines medicinales aún tendría una esperanza
A pesar de todo, Donald Trump se ha mostrado algo más flexible en este aspecto cuando declaraba que «entiende el dolor y sufrimiento de muchas personas que se enfrentan a enfermedades terminales», casos en los que el uso del cannabis con fines terapéuticos podría tener, según el presidente, una justificación aceptable.
Sin embargo por el momento nadie ha tenido la oportunidad de escuchar estas declaraciones directamente de boca del presidente norteamericano, sino que ha sido su secretario de prensa, Sean Spicer, el encargado de transmitir este mensaje conciliador a los medios de comunicación.
No se trata desde luego de un mensaje casual. A pesar de cuáles sean sus planes para el futuro, tanto el presidente como su equipo de Gobierno no pueden obviar la realidad de las encuestas según las cuales un 93% de la población estadounidense estaría a favor de la legalización de la marihuana terapéutica y un 59% a favor de la legalización de esta sustancia también con fines recreativos. Teniendo en cuenta que entre esas cifras también están sus futuros votantes, el controvertido presidente tendrá que jugar muy bien sus cartas si pretende ocupar su puesto durante el máximo de dos legislaturas.
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